Ana Botella, la lista,la que ha venido para cebarse en el Pobre Madrid, es un estupendo ejemplo de cómo se puede contratar a Orwell & Hobbes para poner puertas al campo y cobrar entrada. Su última e ingeniosa forma de recaudar dinero consiste en aplicar multas de 750 euros a los mendigos por usar la vía pública y obligar a los músicos callejeros a pasar un examen de aptitud y hacerse autónomos. Son dos muestras muy recientes del estado de ingravidez en que vive esta señora. Y no es la única.
La coincidencia del tercer fracaso del Madrid Olímpico con el lanzamiento de esta esperpéntica propuesta, me trajo a la memoria un episodio que viví en mi Córdoba natal cuando tenía quince años. Argentina estaba muy cerca de dar el puntapié inicial del Campeonato Mundial de Fútbol. Corría el año 1978, corría la sangre torturada y corrían los mendigos despavoridos por la Calle Peatonal. En pleno centro de la ciudad, a plena luz del día, los policías los iban atrapando, igual que a los gatos callejeros, y los introducía entre chillidos y forcejeos en la boca oscura de un enorme furgón gris.
Esa imagen de mi adolescencia no se me borrará jamás: los ojos despavoridos del indigente, desarrapado y barbudo, su boca gritando y luego enmudeciendo, su cuerpo grueso asomándose entre las fauces del furgón y forcejeando por última vez. Luego el portazo, el acelerón, el humo negro y el silencio. Tarde gris, luz mortecina, peatones cabizbajos, almas detenidas. Esa tarde aprendí, de un zarpazo, lo que significa vivir en un estado totalitario, lo que duele en el pecho una dictadura. Mis lágrimas no pararon de brotar casi hasta el día siguiente.
Posdata: Señora Botella (la llamo así para que no se me confunda en la neurona con Pepe Botella), debería Usted dejar de hacer tanto caso a sus muchachos y releer de vez en cuando los bandos del Profesor. Se llamaba Tierno Galván, no sé si lo recuerda. Yo acababa de aterrizar en Barajas y lo vi pasearse por última vez por su querida ciudad, junto a una multitud llorosa y silente en una fría mañana de enero del 86. Mire, Señora Botella, tengo por aquí una copia de sus bandos. Son prodigios de literatura y de ideología. Si quiere, se los copio. No sé si le servirán a Usted, pero a mí me vendrán bien para secarme las lágrimas.
Nota: Las ilustraciones pertenecen a Griselda Castro y están editadas en el libro Teseo y el Minotauro, de nuestra Colección Superhéroes de la Mitología.