Azucarillo: Porción de masa esponjosa que se hace con almíbar muy a punto, clara de huevo y zumo de limón. Empapado en líquidos o sumergido en ellos, sirve para endulzar ligeramente. Terrón de azúcar. Diccionario de la Real Academia Española.
Los textos de un blog pueden caer como terrones de azúcar o como granos de pimienta. Vamos, que te pueden endulzar o amargar el día.
Ayer, último día del año 2010, conversando con Carolina me contaba lo mucho que habían disfrutado todos en Luque el fin de semana de Navidad, riendo anécdotas familiares y ejercitando los recuerdos comunes. Sobre todo, le sorprendía la atención que habían puesto los niños y no tan niños de la nueva generación de los Oliva Pasqualis.
De mayores, a medida que va pasando el tiempo, cada vez echamos mano de más terrones de esta azúcar de infancia para endulzar nuestros días tan adultos.
Y entonces recordé una "misión" encomendada por mi madre, que es la mayor de la generación anterior, a mí, por ser la mayor de la generación siguiente, aquel día en que me entregó, encuadernado con mimo, el resumen de la historia familiar que habíamos estado recopilando durante años. Era un libro parecido a los que se encuentran todavía en los atriles de los coros de algunas iglesias españolas, gordo y pesado, con un título prometedor: "Falcon Crest".
Esa tarea "de posta y de postín" estaba sin comenzar. Ahora que disponemos de una herramienta de comunicación casi mágica como es Internet, parece que la labor resulta más fácil. La edad que van teniendo nuestros chicos y chicas da un nuevo sentido a ese juego tan estupendo de revolver el baúl de los recuerdos, remover el cajón de la abuela, abrir el armario de los tesoros olvidados. "Cada uno podría aportar su propio matiz, porque no todos recordamos del mismo modo cada anécdota", explicaba Carolina. Es una estupenda idea.
Por eso, os invito a participar, leyendo, comentando y enviándome por mail pequeños recuerdos, para ir construyendo un nuevo álbum familiar, con fotos digitales, nuevas historias de siempre y reflexiones cotidianas. Pesará menos, ocupará otro sitio y no tendrá el encanto del papel acariciable y de la foto cada vez más sepia. Pero será bonito, estoy segura.
Os invito al juego común de fabricar terrones de azúcar que nos hagan la vida más dulce y nos acerquen sabores comunes, más allá de la distancia.
Aprovecho para abrir el fuego y contar una imagen que volvió a mi cabeza hace muy poco, en un intento de explicar a Carlos y a Pablo que antes la televisión era en blanco y negro y tenía dos o tres canales como mucho; el zapping no existía y cada vez que uno quería cambiar de programa tenía que levantarse de la silla y darle a un botón durísimo que giraba haciendo TROC, TROC, TROC... y vuelta a empezar porque ahí se acababa la oferta.
Entonces mi mente nostalgiosa me transportó de pronto a la calle Viamonte 427, habitación de los abuelos Manolo y Ñata, siete de la tarde de un día lectivo. Con los deberes terminados (o a medio hacer), me encierro y me preparo sobre la alfombra hasta que Leonardo Simons anuncia el nuevo hit de "Música en Libertad". Atención máxima para repetir el paso, la letra y, por qué no, copiarle el modelito a Silvana Di Lorenzo o a María Esther Lovero, para hacer roncha en la próxima clase de Catequesis, donde íbamos todas las niñas de 9 años, vestidas como para un casting de Operación Triunfo, presumiendo de tacones, a deglutir la información divina y a cotillear sobre la más mundana.
De los 60 minutos de mi programa musical, había conseguido, tras ardua negociación con la abuela, la exclusividad de una escasa media hora y había que aprovecharla a tope. Siete y media en punto, se abría la puerta y aparecía la abuela Ñata. Enchufaba al televisor su tremendo audífono portátil (un mastodonte de madera, forrado de bratina azul y tela dorada, que le había construido el tío Kito para que pudiera oír bien sus novelas, encajándoselo a duras penas entre hombro y oreja). El sonido TROC, TROC, anunciaba que el tiempo de baile había terminado y que llegaba el turno de Rolando Rivas Taxista.
Un abrazo, familia, feliz 2011.