Alguna vez, algo que me sucedió me partió el pecho y no lo hablé con nadie.
Alguna vez, me pasaron cosas que me rompieron el alma y no supe a quién pedirle ayuda, por miedo a que no me crean.
Alguna vez, sentí que lo que tenía para decir no era importante.
Pero un día
hablé, fuerte, claro y con el corazón en la mano.
Un día, entendí que todos, absolutamente todos, tenemos derecho a poner en palabras todo eso que llevamos en el corazón.
Todos, absolutamente todos, tenemos derecho a cruzarnos con personas que sean una bufanda de abuela, tejida con amor, que te abriga justo cuando te empieza a doler la garganta, por no gritar a tiempo.
Y ya no
duele.
Las palabras viajan y siempre existe alguien que las abraza.
Y siempre
puedes decirle a alguien "yo estoy con vos".
A veces ser nido, a veces hornero.(*)
Nido de historias que buscan levantar vuelo, alas que por fin liberan el pasado para escribir nuevos destinos sin tanto peso.
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