domingo, 19 de enero de 2014

Unetsu

En el Festival de Otoño de 1986, se presentó en Madrid la obra UNETSU, un espectáculo de danza Butoh de la compañía Sankai Juku de Tokio.



Esta es la escena que más recuerdo:
http://www.youtube.com/watch?v=ccXpc1R-7sk

Me dejó tan impactada el espectáculo, que le dediqué una reflexión - más que crítica teatral -, muy visceral y bastante críptica.

UNETSU

El Génesis visual. Y el Apocalipsis con sus cuatro jinetes.
La Biblia: creación, caída, Bautismo.
Si de traslaciones se trata, las campanas podrían ser sinécdoque (*) de iglesia...
de alumbramiento.

El Butoh (**), danza de ofrenda, rito iniciático, demiurgo estético.
Surreal, no surrealista.
El ser. Seres, no hombres, humanos sólo por fisonomía.
El abdomen, centro de las emociones, y la cadera, vértice del movimiento.

Arena y agua, agua y arena. Los dos elementos primordiales.
Arena, tierra que es también humo y aire.
Devenir de la vida líquida.

El incosciente colectivo. Las remembranzas de lo visto, soñado, intuido o deseado.
El ser en su absoluta soledad.
El inicio de los inicios.
El principio de la palpitación.
El primer hálito. Y el último,
que será nuevamente primero por eternos retornos.

La vida transparente, repetida ad infinitum
en aquella superficie especular.
El cosmos resumido en millones de partículas y cuerpos oferentes.
No es danza. No es teatro. Es rito.
Ceremonia de espectros.

Al principio, no era la palabra. Era la esencia.
El huevo como potencia y posibilidad de ser.
Metafísica. teodicea. Cosmogonía.
Todos los pasados y todos los futuros.

Y el arte como lenguaje de suprema interpretación.
Al final, el aplauso sostenido, sin estridencias,
podría incluso haberse trocado en respetuoso silencio de nudo en la garganta.

(*) El Sinécdoque es una figura retórica que consiste en expresar la parte de un objeto por el todo, o el todo por la parte

(**)  El Butoh es el nombre utilizado para referirse al abanico de técnicas de danza creadas en 1950 por Kazuo Ohno y Tatsumi Hijikata, quienes, conmovidos por los fatídicos bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, comienzan con la búsqueda de un nuevo cuerpo, el cuerpo de la postguerra. Cabe aclarar que durante esa década, las imágenes de algunos sobrevivientes llenaban las calles. Estos caminaban con sus cuerpos quemados y con los globos oculares reventados y colgando sobre sus mejillas. Así nació el Butō, la danza hacia la oscuridad.

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