Pandemia
Una presencia sutil y gigante, que ahora
toma la forma de manos agitándose frente a la cámara.
O de silencio dulce, cuando una de nosotras cuenta su historia con la voz
quebrada y las demás la sostienen haciendo la revolución más grande: escuchando
cada palabra que sale de esa boca.
Y todo eso, sin interrumpir.
Este mundo loco, una vez más, nos da la
mejor lección. Una dura lección que ninguna de nosotras podríamos haber pedido.
Si estás varada en este planeta, como nosotras, es mejor que lo sepas cuanto antes: Tú también estás haciendo un curso acelerado para cultivar la compasión.
Por el simple hecho de estar arrojada al sufrimiento propio y ajeno.
Porque alguna parte tuya se está esforzando por encontrar formas constructivas
y compasivas de relacionarte con lo que duele, con lo que no puedes resolver,
con la impotencia de no saber cómo ayudar lo suficiente. Con la fatiga de quedar agobiada, por momentos, ante tanta ola de emociones,
noticias y desenlaces que exceden tus fuerzas.
Y con la gratitud de poder hacer al menos un poquito para aliviar o prevenir el
sufrimiento
de alguien.
Incluso si ese alguien eres tú misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario