jueves, 5 de diciembre de 2013

Retrato






Una línea dura le cruza la frente. Las cejas parecen alejarse a medida que sus ojos van fijándose en mí. Sus pupilas oscuras oscilan dulcemente, como el agua de un estanque.

No despega los labios, que parecen sellados por la fuerza del carácter. No sé si sus carrillos tensos están sostenidos por la pena o el enojo. He vuelto a sus ojos. La mirada se ensancha y brilla cada vez más. No es posible que contenga tantas lágrimas.

De pronto, la mandíbula cae derrotada por una bocanada de aire. Las mejillas se humedecen. Los párpados se cierran. Aquella línea cruel ha pasado a ser, en un instante, el signo quebrado de un dolor profundamente enmudecido.

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